Somos esto que somos. No todo nos gusta. No todos nos gustan. Queremos lo sustantivo y a los sustantivos. Pero somos esto que somos. Somos el país de los recursos naturales, los climas y las personas ingeniosas y brillantes; pero también el de la violencia, el saqueo, la corrupción y los vivos de siempre.
En este lapso, logramos sobrevivir como comunidad, pese al largo tiempo que unos pasaron persiguiendo y matando a otros, desde el principio, desde antes del principio. Somos el fruto de un colonialismo que está agazapado en algún lugar de nuestra genética nacional; pero también somos la otra genética, la que lucha vitalmente por superarse y por hacer de la Argentina un país desarrollado, en el sentido que vale la pena serlo, con comida, vivienda, educación, salud y posibilidad de crecimiento personal para todas las personas que lo habiten.
Somos el preámbulo y el artículo 20 de la Constitución Nacional, el país que recibió a “gallegos”, “tanos”, “rusos”, “turcos”; el que tiene iglesias, templos y mezquitas y les dio la posibilidad de tener un “hijo dotor”, como no habría ocurrido en sus terruños; pero también somos el que los metió a presión en las ciudades, sin abrir los campos a quienes pudieran trabajarlos, crecer y contribuir desde ahí a la prosperidad de todos.
De tanto en tanto convulsionamos en uno u otro sentido de nuestra historia, nos repensamos y nos reagrupamos.
Que el tricentenario nos encuentre disfrutando de esta Patria y no recorriendo el paisaje de la angustia en las miradas.